lunes, 17 de septiembre de 2018

EVO MORALES INVITA A PIÑERA A CERRAR HERIDAS ABIERTAS Y PIDE SERENIDAD A CHILE


El presidente de Bolivia, Evo Morales, invitó hoy a su homólogo de Chile, Sebastián Piñera, a "cerrar las heridas abiertas hace más de cien años" por la demanda boliviana de una salida al mar, a la vez que pidió "serenidad" al pueblo chileno ante el fallo de la corte de La Haya sobre esta solicitud.
"Al hermano presidente de Chile, Sebastián Piñera, le invito a que juntos encontremos fórmulas de entendimiento para cerrar las heridas abiertas hace más cien años", aseveró Morales en una comparecencia ante los medios en La Paz.
Este entendimiento debe basarse en el cumplimiento del derecho internacional y en los valores de "justicia, dignidad y buena fe", subrayó el mandatario en su comparecencia en la sede del Gobierno boliviano.
"Respetuosamente, invoco al pueblo y al Gobierno de Chile a compartir esta serenidad estos días previos al fallo", añadió en referencia a la sentencia sobre esta demanda que el próximo 1 de octubre tiene previsto emitir la Corte Internacional de Justicia de Naciones Unidas con sede en La Haya (Países Bajos).
Asimismo, pidió al pueblo boliviano, "por respeto" a la corte, "a no especular sobre el contenido del fallo".
Morales expresó su confianza en que la sentencia "será un nuevo día histórico", porque el encuentro con el mar "no solo es posible, sino que es inevitable".
Además, expresó su deseo de que el fallo "ayude a resolver otras disputas históricas que no tienen otro camino que el diálogo y la negociación".
Evo Morales recordó que Bolivia presentó ante este tribunal un pedido en 2013 para que obligue a Chile a negociar sobre un acceso soberano al océano Pacífico, al entender que este país incumplió sus "compromisos y obligaciones" internacionales en la materia.
Bolivia perdió en 1879 en una guerra con su vecino unos 400 kilómetros de costa y cerca de 120.000 kilómetros cuadrados de territorio.
Morales recalcó que la demanda ante Chile es "una política de Estado" y reiteró su confianza en que el fallo abra "una nueva era de paz, integración y amistad entre Bolivia y Chile".
"Reparemos esta herida abierta en el corazón de nuestra América", sentenció.
En este contexto, aseguró que "naciones hermanas, líderes mundiales, premios nobel y un sinfín de personalidades han apoyado" la causa boliviana, incluso dentro de Chile.
La semana pasada el presidente chileno defendió que los temas fronterizos con Bolivia fueron resueltos "de forma clara y categórica" en el tratado de 1904, firmado 25 años después de aquella guerra por ambos países de forma "voluntaria y libremente, y que está plenamente vigente".
Chile sostiene que los asuntos fronterizos con su vecino quedaron resueltos en el tratado de paz y amistad de 1904, por lo que a su juicio la demanda boliviana no tiene fundamento jurídico porque por parte chilena nunca se ha asumido una obligación de negociar.





EXPERTOS INSISTEN EN QUE CHILE DEBE SALIRSE DEL PACTO DE BOGOTÁ

Bolivia no quedará conforme con el fallo porque “el gran desafío es una apetencia territorial de dicho país en perjuicio de Chile, sostienen José Rodríguez, Gabriel Gaspar, Eduardo Rodríguez y Óscar Izurieta.

Infogate de Argentina (www.infogate.cl)

A pocas semana de que la Corte Internacional de Justicia de La Haya emita su fallo por la demanda marítima boliviana, en la que busca que Chile se siente a negociar una salida al mar para el vecino país, los ex embajadores José Rodríguez Elizondo, Gabriel Gaspar Tapia, Eduardo Rodríguez Guarachi y el ex comandante en jefe del Ejército Óscar Izurieta Ferrer, vuelven a plantear la urgencia de que Chile se retire del cuestionado Pacto de Bogotá, por cuya adhesión le han significado dos juicio a nuestro país, y -según ellos- Bolivia no cesará en sus aspiraciones territoriales sea cual sea el resultado del fallo del 1 de octubre: “En el caso del conflicto con Bolivia, el verdadero problema no es el juicio en La Haya. Este es un síntoma. El gran desafío es una apetencia territorial de dicho país en perjuicio de Chile. Para alcanzarla utiliza todos los medios a su alcance, entre ellos la demanda, y persistirá en su propósito, cualquiera sea el tenor del fallo”, sostienen, en su misiva publicada este domingo.
Por ser un tema de interés nacional indiscutido, nos alegra que se esté produciendo un debate serio sobre el Pacto de Bogotá. Ante conflictos concretos, reducirse a la sola lógica legalista es negarse a asumir ideas diversas y soslayar factores tan principales de las relaciones internacionales como la experiencia histórica, el análisis político, la profesionalidad diplomática, la geoeconomía y la perspectiva estratégica. Es bloquearse al estudio de la realidad.
Perseverar en esa actitud reduccionista nos aleja cada vez más de las doctrinas de las escuelas diplomáticas desarrolladas, para las cuales, eventualmente, la audacia puede ser la verdadera prudencia. La diplomacia vaticana suele aplicar ese criterio: “La prudencia es una virtud del gobierno; la audacia también”. Talleyrand, maestro del pragmatismo diplomático, enseñaba que en materia de conflictos, “aun el derecho más legítimo puede ser discutible”.
Dicho reduccionismo ha sido denunciado por nuestros historiadores. Para Francisco A. Encina, Chile produce un fenómeno exótico: “El traspaso de la mentalidad jurídica propia a los pueblos extraños con que entra en relaciones”. Mario Barros, en su obra “Historia Diplomática de Chile”, describe esto como una “esclavitud jurídica”, base de una “espantosa falta de imaginación”.
En el caso del conflicto con Bolivia, el verdadero problema no es el juicio en La Haya. Este es un síntoma. El gran desafío es una apetencia territorial de dicho país en perjuicio de Chile. Para alcanzarla utiliza todos los medios a su alcance, entre ellos la demanda, y persistirá en su propósito, cualquiera sea el tenor del fallo.
Sobre esa base, en todas nuestras publicaciones hemos enfatizado que se trata de un conflicto de poder -es decir, básicamente político- por estar en juego la soberanía. A mayor abundamiento, el gobierno boliviano lo ha politizado al extremo. No considerarlo es soslayar: a) que se nos está aplicando en formato judicial ese recuperacionismo territorial que algunos desestiman por sernos “inoponible”; b) que el Presidente Evo Morales lo ha proclamado sin tapujos en La Haya y uno de sus cancilleres incluso invocó la ordalía de la sangre, y c) que los jueces de la Corte asumieron como legítima la demanda boliviana, en una decisión que la doctrina comparada tipifica como “desviación del poder”.
Sería ingenuo, entonces, pensar que el gobierno boliviano renunciará a su estrategia después del inminente fallo de la Corte. Estamos ante un desafío para largo, que incluso pudiera llegar a involucrar a otros países. La idea de anunciar, en el momento oportuno, el retiro del Pacto de Bogotá, es adelantarse a posibles escenarios más complejos, recuperando la plenitud de la facultad nacional para resguardar nuestra soberanía.
Cabe agregar que a partir del rechazo de la Corte a nuestras excepciones preliminares de competencia, la necesidad de desvincularnos del Pacto fue asumida por la opinión pública ilustrada y su debate fue legitimado por la Cancillería. Esto choca contra la posición del juridicismo a ultranza, para cuyos defensores el retiro siempre será inoportuno.
En definitiva, sin renunciar a las razones del Derecho, pretendemos que Chile pase de los tiempos judiciales a los tiempos de la diplomacia profesional, asumiendo la necesaria capacidad de viraje de nuestra política exterior, aumentando así las opciones del Jefe de Estado. Renunciar a esta opción, bajo el pretexto de la “oportunidad”, es ignorar la importancia de las señales en política internacional y mutilar a priori las opciones defensivas de nuestro país.
Reiteramos, por tanto, que el interés nacional se defiende con “todos los recursos legítimos del poder” y con “total apego a la Carta de la ONU”. En esto no hay amenaza alguna, no hay estridencia nacionalista ni menos una actitud temeraria.
El problema real es que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni hay mayor obstáculo para los intereses nacionales que los que no se atreven a innovar cuando las circunstancias lo exigen”, remata nlos ex embajadores José Rodríguez Elizondo, Gabriel Gaspar Tapia, Eduardo Rodríguez Guarachi y el ex comadante en jefe del Ejército Óscar Izurieta Ferrer





POR LA CRISIS, ALARMANTE CIERRE DE COMERCIOS EN LA FRONTERA CON BOLIVIA

Al menos 40 vendedores abandonaron sus puestos en Bermejo, donde el comercio generaba $100 millones de bolivianos al mes.

Diario Panorama de Argentina (www.diariopanorama.com)
                                                                      
Según datos de la Alcaldía de Bermejo, el comercio en ese punto fronterizo generaba aproximadamente 100 millones de bolivianos al mes. Eso le convertía, conjuntamente con la industria azucarera, en la columna vertebral de la economía de la ciudad triángulo del sur, que en la actualidad se ve golpeada y en declive.
"En sólo cuatro cuadras, al menos 40 puestos de venta cerraron en la avenida Petrolera de Bermejo, la cual está al frente del paso fronterizo, denominado Las Chalanas, entre Bolivia y Argentina. Y es que la devaluación de la moneda del vecino país incidió en ello. La crisis argentina también toca el bolsillo de los bolivianos, ya que según los comerciantes, el efecto no solo será en esa zona, sino también en las ciudades del eje de la nación, pues desde ahí se trae la mercadería para venderla en esos dos puntos limítrofes", dice un artículo periodístico del diario tarijeño El País.
La nota refleja la crisis que afecta a los miles de comerciantes bolivianos que durante casi dos décadas vieron proliferar su actividad teniendo como seguros compradores a los argentinos que cruzaban la frontera hacia los pueblos de Yacuiba, San José de Pocitos y Bermejo, en el departamento Orán.
Otro períodico boliviano informó durante el transcurso de esta semana: "La presidenta del directorio del mercado Central de Yacuiba, María Cruz, contó que el sector gremial en general la está pasando muy mal porque sus ventas dependían de la visita de ciudadanos argentinos. Prácticamente vivíamos de lo que venía la gente argentina, ahora la mayor parte de los puestos del mercado están cerrados porque las compañeras se van a vender a otros lugares".
En la misma línea, el propietario de un supermercado, José Gómez, apuntó que Yacuiba no tiene una economía propia, la población se acostumbró a vivir del comercio, a que el argentino llegue a la población, compre y eso provocaba la fluidez de dinero, de mercancías, pero que todo eso acabó y las ventas bajaron visiblemente.
"El comercio en Bolivia ha decaído bastante", dijo el periodista de radio Frontera, Ricardo Camacho. "El fenómeno de la caída del peso argentino afectó a los vendedores que trabajaban con esta moneda, lo que ha hecho que muchos de ellos decidieran cerrar sus negocios o simplemente ahora solo manejan dinero boliviano", agregó Camacho.
La crisis ha llegado a tal extremo que otro de los medios bolivianos, La Razón, reflejó en sus páginas de Economía lo que sucede en el vecino país donde la preocupación de los comerciantes es cómo reconvertir su actividad. "Silencio, mucho silencio. Con estas palabras, Elsa Reynoso, presidenta de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) del municipio de Yacuiba (Tarija), describe el panorama en esa región. Locales comerciales, restaurantes, hoteles, casas de cambios, mercados, están abiertos, aunque casi nadie se acerca a comprar sus productos o solicitar servicios. Ha bajado bastante el comercio en Yacuiba, ya no entran los argentinos (principales compradores) como antes, tenemos esperanza de que la situación mejore. Esto afectó también a los transportistas y taxistas. Ya es un mes. Algunas tiendas están abiertas, pero nadie les compra", contó a La Razón la dirigente vecinal.
El peso vale 35% menos
Además de Yacuiba, en Bermejo (Tarija) y Villazón (Potosí) (poblaciones fronterizas con Argentina) gran parte de sus habitantes viven del comercio (vestimenta, alimentos, productos para el hogar, entre otros), pero la depreciación de la moneda argentina, que en el último mes alcanzó el 35%, llevó a que el boliviano ahora sea más caro para ellos, por lo que optan por no adquirir estos productos. A esto se suma que el peso argentino es rechazado en el país para hacer transacciones.
Un flujo de más de 5.000 argentinos por día llegaban meses atrás a Bermejo, hoy la cantidad de compradores disminuyó a unos 500 por día, informó Delfor Burgos, alcalde del municipio de Bermejo. Aseguró que todo lo que se comercializa es en moneda nacional.





MINERÍA: LA FIEBRE DEL LITIO, DE JUJUY A CATAMARCA

En la Puna el litio brota de una laguna de la que solo hay otra similar en China.

Los Andes de Argentina (www.losandes.com.ar)
                                                                                         
A juzgar por la pampa húmeda y Vaca Muerta es fácil arriesgar que estamos bendecidos por la naturaleza. Últimamente aparece otro hallazgo: el litio, que aquí brota de un lago de salmuera. Sólo hay otro parecido en el mundo y es el lago de Zhabuye, en la lejana China.
La Puna se ha convertido así en sinónimo de litio y ese mineral une, al menos en la Argentina, un amplio territorio que va desde Jujuy a Catamarca.
El litio se extrae en otros lugares del mundo de una roca, pero en la Puna emerge de la laguna y la distancia entre ambas procedencias se mide en miles dólares. Es mucho más económico el que se encuentra en esta región y es lo que desató la fiebre del litio que se vive también en los vecinos Chile y Bolivia.
Argentina cuenta con ventaja ya que el litio es de alta concentración y con pocas impurezas. Eso es provocado por el ingreso de manantiales hidrotermales que agregan litio al salar y al reservorio de salmuera.
Este mineral no sólo sirve para las baterías de los celulares y de los autos eléctricos. Acaban de descubrir un nuevo uso: el de las baterías gigantescas que sirven de resguardo para que ciudades como Santiago de Chile no se queden sin luz en tiempos de sequía o de precios de petróleo por las nubes. Chile lo está poniendo en práctica.
Claro que no todas son rosas en esta producción. “El litio no es siempre un buen litio y viene muchas veces muy mezclado con otras sales”, dice Mario De Pablos, director de Neo Lithium, a cargo del proyecto Tres Quebradas en Catamarca a 4.500 metros de altura para el que inversores canadienses aportaron US$ 70 millones y ya tienen listos otros US$ 500 millones para el inicio de la explotación. De Pablos asegura que se trata del sexto proyecto de mayor ley de litio a nivel mundial. La mina tiene recursos para 20 años.
En esa región de Catamarca, a 30 kilómetros de la frontera con Chile, están instalando una planta piloto en el salar y un campamento que incluye laboratorios. Trazaron caminos y generan su propia energía. Y desarrollaron proveedores locales para el catering, transporte, el mantenimiento, la construcción y la enfermería. Lo más importante: obtuvieron el permiso ambiental. En parte, por la tecnología de evaporación solar del carbonato de litio. Al mineral lo trasladan a Fiambalá y de allí al puerto de Rosario a 460 kilómetros, para la exportación.
En la Argentina , además de los inversores canadienses, hay otros jugadores en el negocio del litio como FMC de Estados Unidos, Sales de Jujuy y Soquimich de Chile.
De alguna manera, el litio llega como un salvavidas para una minería que ingresó en la etapa de declinación porque los minerales se están agotando.
Hay algunas minas que son una verdadera montaña mágica, como Minera Aguilar en Jujuy. Pero la Lumbrera en Catamarca, Cerro Vanguardia y Guacamayo tienen los años contados. Otras se encuentran en plena producción, como Veladero en San Juan.
La actividad tuvo un gran impulso en los 90 y conserva por ley una estabilidad tributaria garantizada durante 30 años, al margen de que puedan colocarle retenciones.
De acuerdo con la consultora Abeceb, entre enero y mayo de este año las ventas externas de las mineras aumentaron un 16,9% y sumaron US$ 1.765 millones. China está comprando más y es el principal cliente. En 2017 las exportaciones totalizaron US$ 4.200 millones.
La novedad es que el litio empieza a pisar fuerte en los embarques. Su participación en 2018 aumentó 2,1% y el oro 0,9%, mientras se redujeron los concentrados de cobre y la plata. Se prevé que este año las exportaciones alcancen US$ 4.400 millones. El sector ocupa a 82 mil personas.





LITIO, LOS SECRETOS DEL ORO BLANCO

Su explotación y exportación puede recortar en un 25% el déficit comercial de la Argentina hacia 2021. En dos años Argentina producirá 165.000 toneladas anuales y se convertirá en el principal proveedor mundial. Hoy el mercado internacional paga u$s 15.700. Miguel Mitre, presidente de Cuper Mining SA, explica las claves del negocio.

La Prensa de Argentina (www.laprensa.com.ar)
                                                                
Dadas las circunstancias macroeconómicas, la única chance que tiene la Argentina de generar dólares genuinos pasa hoy por la explotación y exportación de sus productos primarios. A todo lo que aporta el sector agropecuario, con el complejo sojero a la cabeza, se le suma el desarrollo del crudo no convencional del yacimiento de Vaca Muerta y, en un puñado de años, el procesamiento del litio en las provincias del norte.
Mucho se habla del oro blanco, pero poco se conoce del negocio y el impacto positivo que puede tener sobre la deficitaria balanza comercial. El empresario tucumano Miguel Mitre se jacta de ser el único jugador argentino en el rubro. Presidente de Cuper Mining S.A., firma que asociada con la canadiense Lithium S proyecta producir 12.000 toneladas anuales de este mineral en el salar de Jama, Jujuy, lleva en sus venas el ADN del emprendedor. Como él mismo dice, hizo camino al andar y puede describir la trastienda de una actividad de potencial fructífero.
-¿Nos salvamos con el litio? ¿Puede establecerse un parangón con el crudo no convencional de Vaca Muerta?
-Si bien es incipiente todo, se habla al mismo nivel que Vaca Muerta, pero yo creo que ese yacimiento no convencional es inconmensurable. Nosotros en el litio tenemos el triángulo conformado por el sur de Bolivia, norte de Argentina y norte de Chile, donde aproximadamente está concentrado el 80% del litio mundial. Propiamente Jujuy va a ser un jugador importante a nivel global.
-¿Cómo es el proceso de producción?
-Hoy el litio que se está extrayendo en China lo sacan de roca. Es como el fracking con el crudo. Ese es un proceso carísimo y que es impracticable acá. Lo mismo ocurre en Australia. Lo nuestro es a flor de tierra. Cuando uno lo extrae, una vez que se hacen todos los estudios 3D, satelitales y las perforaciones, se pasa un tubo al fondo del acuífero y se saca agua, donde viene la sal con todos estos minerales. Ese agua va a esas pozas que usualmente vemos en las fotos. Las pozas tienen una posición justa para que le de el sol porque el proceso se hace por medio de evaporación. Después se va trasbasando, va decantando y a través de un pequeño proceso químico se separan algunos componentes. Una vez que se evapora queda como una mermelada, algo espeso, eso se saca y va a la planta de procesamiento. Hay dos posibilidades: una es terminar de procesar la sal y entregar el producto terminado, que en Argentina generalmente es carbonato de litio equivalente. Eso significa que no se llega al grado batería, porque eso que falta requiere de una tecnología mucho más cara. Se le deja abierta en esa ventana del 20%, que es el costo que se paga por terminar esa tonelada.
-¿La explotación es ya un proceso en marcha?
-Argentina hoy tiene aproximadamente 55 proyectos en marcha. Pero hubo algunos inconvenientes. Hemos tenido muchas reuniones y llego a la conclusión de que no me quiero juntar más con mineros de vieja data porque complican el perfil de lo que tendría que ser una minería de litio en la Argentina para poner rápidamente en producción. De estos proyectos, sólo dos están en producción y 5 están en vistas de empezar a producir.
-¿Cuál es la traba principal?
-Una visión diferente del negocio. Nosotros llegamos a la conclusión con nuestra gente, profesionales de Jujuy, que conoce el terreno y hay otra manera de trabajar. Me comentan los técnicos: "Un ingeniero sentado en Montreal o Toronto no me puede decir cómo hay que hacer las cosas". Los canadienses se asociaron con australianos que venían a revolucionar la extracción del litio por medio de una membrana. Yo también me entusiasmé. Hicieron las pruebas en Australia y era fantástico. Sacaban agua salada de una pileta, la pasaban por la membrana y en un día del otro lado salía litio. Fracasó cuando hicieron las pruebas en altura. Así perdimos un año. El proceso tiene que ser muy artesanal y, como en todas las cosas, empezar por el principio, ir poco a poco.
OPORTUNIDAD
-La oportunidad se potencia a partir del desarrollo de los autos eléctricos. ¿Existe la posibilidad de que en el mediano plazo el litio sea sustituido por algún producto sintético, algún equivalente?
-En este momento no. Cuando el mundo industrializado opta por una matriz determinada en cualquier tipo de rubro, se habla de mínimamente medio siglo o un siglo de continuidad. Creo que esto se decidió en 2005, cuando se hablaba de calentamiento global y el fin del petróleo hacia el 2050. Llegué a la conclusión de que lo que querían era extender la vida útil de los pozos petroleros, retrasar ese agotamiento con la posibilidad de desarrollar el auto eléctrico. Mientras las naciones árabes se están reconvirtiendo al turismo. Todo esto es un punto atractivo para la Argentina, pero pensando también en agregarle valor y tecnología. No exportar sólo materia prima. Ya hay una empresa que quiere instalar una fábrica en Jujuy o Salta de hidróxido de litio. Hay otra que está decidida a fabricar baterías. Eso es lo que hay que hacer, generar empleo.
-¿Cómo puede impactar la exportación de litio en el comercio exterior argentino?
-Argentina va a ser la primera exportadora mundial de litio hacia el 2021. Producirá 165.000 toneladas anuales, superando al líder regional, Chile, que genera 140.000 toneladas. Si se cuantifican los proyectos que están más cerca de desarrollarse, la explotación de este recurso podría aportar hoy el 25% del desbalance que tenemos en el área comercial. El litio puede aportar u$s 2.500 millones, y hay que agregarle un 10% con las nuevas retenciones. No es bueno hablar de retenciones porque es ponerle trabas a los que producen, pero hoy hay que poner el hombre. El Gobierno tuvo mala práxis o ingenuidad, no viene al caso. Pero como esto es un commoditie y es tan importante su valor estratégico, se pueden trasladar al precio estas retenciones. No va a afectar al productor.
-¿Cómo se empieza en este negocio?
-Yo arranqué en el 2007 queriendo fabricar las baterías. Cuando teníamos las cosas bastante desarrolladas tuvimos que frenar porque mi abogado me avisó que todos los productores de baterías están atados a un productor. Y era así. En ese momento la batería costaba 18.000 dólares, uno de los insumos más caros del Toyota PRIUS. Hoy la batería cuesta 33.000 dólares. Es carísimo. Mi idea era fabricarlas en Argentina, en Tucumán. Aún tengo ese anhelo. Se puede exportar por los puertos de Chile hacia Oriente. Frené el proyecto por un año y me ofrecieron el salar de Jama. Cerré el trato a fines del 2011. Fue una tarea dura.
-¿Qué tipo de certificaciones tienen que realizar?
-Primero hubo que hacer las certificaciones en Argentina y transformar la compañía en una empresa minera y cumplir determinados parámetros. Los estudios nacionales de geología son valederos, pero hay que certificar en Canadá al momento de sentarse a conversar con cualquier inversor. Desde marzo de 2012 empecé a cumplimentar los trámites de explotación. No eran cosas graves, pero llevaban tiempo.
INVERSION
-¿La inversión requerida para explotar litio es menor que para cualquier otro emprendimiento minero metalífero?
-Exacto. En el litio, una vez que se complenta los estudios -el último cuesta 1 millón de dólares- se puede sentar a conversar y buscar financiamiento. Sin las certificaciones no hay posibilidades. Luego el proceso es mucho más sencillo que en la minería convencional de cobre, plata u oro. En el litio son minas a cielo abierto donde se bombea agua de abajo hacia arriba, pero en la minería metalífera hay que triturar piedra, usar mucha cantidad de agua y procesos químicos contaminantes.
-¿El financiamiento se consigue principalmente en el mercado bursátil internacional?
-Viene por ese circuito, en la Bolsa de Toronto o Londres, pero nosotros estamos explorando otros como alternativa. No pretendemos ser la primera productora mundial, pero tenemos por delante una muy buena oportunidad de negocios. El salar de Jama puede producir hoy 5.000, pero llegamos a los 12.000 toneladas por año seguro. La tonelada está en torno a los u$s 15.700. Después de todo el proceso y vendiendo carbonato de litio, nos pueden quedar u$s 9.000 por tonelada. Nos quedarían alrededor de u$s 45 millones por año, y necesitamos una inversión de u$s 30 millones. Con la primera cosecha, que se puede tener a los 30 meses, se recupera la inversión.
-¿A qué mercados se puede exportar el litio?
-Nosotros tenemos ya comprometida la venta con una compañía alemana, pero tenemos explorado que dentro de la Argentina las dos productoras en proceso de elaboración también nos comprarían. Tenemos las dos puntas del negocio, lo más difícil de conseguir es el financiamiento. La idea es ver si podemos armar un negocio plenamente argentino, con la última vuelta de tuerca que sería construir la fábrica de baterías después de la primera cosecha.
El sueño de la fábrica propia
Pese a todo, Miguel Mitre tiene intacto el sueño de construir una fábrica de baterías de litio en Tucumán, emulando a su padre, que en la década del "50 fue el principal fabricante de baterías convencionales del norte argentino. Estima que el emprendimiento emplearía a 70 personas en forma directa y 120 de manera indirecta.
"Es otro tipo de negocio, no tiene que ser precisamente el eslabón final de la cadena de explotación del litio. Primero hay que fabricar el producto terminado para el armado de baterías. Luego habría que cerrar un acuerdo y ver qué tipo de baterías se demandan. Puede ser para celulares o juguetes", explica el empresario minero.
-Algunos especialistas afirman que instalar fábricas en Argentina no es viable, que el agregado de valor está copado por Corea del Sur y China.
-Por supuesto que ellos tienen la experiencia pero, ¿por qué nosotros no podemos mejorarlo? Si en Argentina tenemos genios en distintos órdenes. No se necesita una mano de obra especializada. El secreto de esto es que quien logre fabricar una batería que almacene más y por mayor tiempo ganará la carrera. Hoy la virtud de la batería de litio contra las anteriores es que se mantiene la carga permanente. La batería de litio tiene una pérdida en 24 horas que no llega al 3%. La de níquel perdía el 30%, y la de plomo un 50% en un día, pero para mí era más. La otra ventaja es la temperatura y la capacidad de carga. Hoy una batería de níquel no soportaría la fotos, audios y videos que tienen los celulares. La tercera virtud es su peso.
-¿Es optimista con la posibilidad de tener su fábrica en Tucumán?
-No es difícil darle una vuelta más de tuerca al asunto. Los chinos trabajan porque el Gobierno dirige. No podemos competir con ellos por precio. Acá hay que darle lugar al emprendedor local, por ahí va la cosa. Creo que este gobierno, lejos de los avatares de la economía hoy en día, si tiene un segundo mandato acentuará esta tendencia en favor de la empresa.
-Los expertos del sector aseguran que el marco legal es bueno.
-Es bueno. Lo primero que hizo Macri fue quitarle las retenciones a la minería. Esta es una actividad de mucho riesgo y que no genera una ganancia inmediata. Yo soy el típico caso del emprendedor argentino. Compré el yacimiento en el 2012, con mucho en contra. Hoy ya estamos sobre el final del camino y produciremos dentro de dos años. Hacemos camino al andar.





UN GENERAL CUENTA CÓMO FUERON LOS PREPARATIVOS SECRETOS PARA IR A LA GUERRA POR EL CANAL DE BEAGLE E INVADIR CHILE EN 1978

Por aquel entonces, Hugo Domingo Bruera tenía 23 años y era teniente de Infantería. Según los planes, su regimiento iba a ser uno de los primeros en cruzar la frontera durante la invasión.

Infobae de Argentina (www.infobae.com)
                                                                                             
Iba a ser una guerra cruenta. La dictadura de Jorge Videla desconocía el resultado del laudo sobre el Canal de Beagle. Muchos años antes, en 1971, cuando gobernaba Salvador Allende en Chile y el dictador Alejandro Lanusse en Argentina, habían decidido que fuera la Corte Internacional de La Haya la que mediara en el conflicto.
El fallo se dio a conocer a mediados de 1977 y a principios de 1978 la dictadura argentina dijo que, olímpicamente, desconocía esa decisión. Tras cartón, las tres fuerzas armadas comenzaron preparativos. Todo iba a empezar con la ocupación de las islas Picton, Nueva y Lennox, que habían quedado para Chile. Desde aire, mar y tierra, la dictadura argentina quería una suerte de blitzkrieg con la expectativa de que luego la comunidad internacional diera la espalda a La Haya.
Los preparativos eran secretos pero todo el mundo sabía que decenas de miles de soldados de ambos lados iban a chocar. El cruce de la cordillera, esta vez no sería un San Martín que fuera en auxilio de O'Higgins sino un Videla que buscaría demoler a un Pinochet.
Las tropas de tierra tenían como jefe del teatro de Operaciones a Luciano Benjamín Menéndez, alias "El Cachorro", jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba. Allí Menéndez les mostraba a sus oficiales cómo se descerrajaba un tiro en la cabeza de un prisionero. Y los que mataban quedaban hermanados, por sumisión, convicción o por lo que fuere, pero era el estilo Menéndez.
Hugo Domingo Bruera tenía 23 años, era oriundo de Granadero Baigorria, hincha de Central y le gustaba cantar tangos de Gardel. Alto, fortachón y capaz de andar en mula o de cargar los morteros pesados de la sección que tenía a su cargo. Era teniente de Infantería, su padre era abogado laboralista y ferviente peronista, por eso lo llamaron Domingo.
Hugo estaba en el regimiento 21, en Las Lajas, que dependía de la VI Brigada de Montaña de Neuquén, a cargo de otro Menéndez, Mario Benjamín, el que unos años después se rendiría en Malvinas. El Cachorro Menéndez fue varias veces a inspeccionar lo que eran ni más ni menos que los ejercicios para cruzar la cordillera antes de la Navidad. En una oportunidad, ya empezado diciembre de 1978, Menéndez llegó, recorrió a caballo las estribaciones de la cordillera y luego se subió a un helicóptero para cruzar a territorio chileno.
El comentario que les llegó a los oficiales, tras esa incursión, era que Menéndez había meado desde el aire lo que para él era territorio enemigo. Luego, frente a un centenar de oficiales, y en medio de una arenga para estimularlos, Menéndez soltó una frase que, 40 años después, aún resuena en los oídos de Bruera:
Cuando estemos en Chile… nos vamos a violar a las chilenas!
-¿Y cómo reaccionaron los oficiales? –pregunta Infobae.
-Nadie dijo nada. En esa época todos nos quedábamos callados frente a un general de tan alto rango –dice Bruera, que había llegado a Las Lajas a principios de ese 1978.
El pueblito, de unos 500 habitantes, está en un valle y el regimiento en una meseta, a 60 kilómetros de la cordillera y a otro tanto de Zapala.
-Había muchos oficiales castigados. El castigo era por protestas políticas, silenciosas, y contra jefes que no hacían bien las cosas. Yo había tenido problemas en mi destino anterior –dice.
Él mismo no estaba para nada de acuerdo de la dictadura. Y recuerda a otro teniente, Aldo Carnaghi, que había sido el mejor promedio de su promoción en el Colegio Militar y lo tenían ahí, lejos de todo.
Por sus notas, se había ganado un lugar entre los guardiamarinas egresados de la Escuela Naval. Carnaghi se fue de viaje en la Fragata Libertad. Corría 1973 y ante el triunfo del peronismo en las elecciones no se guardó la alegría. Le costó caro: lo bajaron en un puerto y lo eyectaron de regreso a la Argentina.
En Las Lajas, ni siquiera los rebeldes estaban informados: no llegaba ninguna radio ni mucho menos televisión, hasta las comunicaciones telefónicas eran dificultosas.
-Era un regimiento montado, teníamos gran cantidad de mulas. Yo era el jefe de la sección Morteros Pesados. Tenía más mulas que soldados. Teníamos un puesto de avanzada en Pino Hachado –cuenta.
Se trata de uno de los cruces cordilleranos más importantes del sur, a casi 2.000 metros de altura y un punto donde, en caso de estallar el conflicto, sería escenario de combate.
-La segunda mitad de 1978 fue de muchos ejercicios militares. Teníamos una mística bastante fuerte porque ese lugar, tan solitario, hace que uno se sienta orgulloso de defender un paso de frontera. La mística te sostiene. Aunque los conscriptos que llegaban de Buenos Aires, Córdoba y Tucumán sufrían el frío –dice Bruera, que llegó a general de Brigada y pasó a retiro hace unos años.
El jefe del regimiento empezó a revistar las tropas con más frecuencia desde mitad de 1978 y llegado diciembre los rumores de malestar con Chile eran fuertes. Bruera estaba centrado en su misión: con los morteros pesados debían pasar por encima de las avanzadas de infantería para neutralizar la eventual defensa chilena. Dormían a la intemperie para familiarizarse con lo que les esperaba.
-En las marchas dormíamos al aire libre. Se ataban las mulas y los caballos. Hacíamos la cama con el capote abajo, el pellón de la montura y la bolsa de dormir arriba. De almohada el casco –dice.
Las bromas estaban a tono con la locura de las guerras. Una noche, mientras dormía en el cuartel, a Bruera le pusieron un grabador Geloso al lado de la oreja. Se sobresaltó con una música que hoy recuerda como la de las proclamas de los golpes de Estado. En ese momento, creyó que era el inicio de las operaciones.
-Salté de la cama, me puse el casco y agarré el equipo. Salí corriendo hacia la mulera para buscar a los soldados y a los animales –dice.
Apenas se encontró con las carcajadas de los bromistas.
Perder el caballo
Bruera había logrado tener un caballito de montaña para desplazarse.
-Le puse Pajarito, por lo rápido que andaba. Me lo había dado un indio que era soldado en mi sección. Era de la tribu de Namuncurá, hijo del cacique en ese momento. El animal estaba acostumbrado a pasar a Chile con la veranada, llevando ovejas o chivos, algo que habitualmente hacían los indios por su destreza en ese territorio. El caballito se me escapó y se fue para Chile. Tuve que pedirle a Crisóstomo, un baqueano de la sección, conocedor de la zona, que se vistiera de paisano y pasara al otro lado de la frontera. La pista que podía seguir era el surco que abría la soga que, al estar desatada, dejaba alguna huella en el camino. Crisóstomo sabía dónde pastaba el ganado y me trajo a Pajarito de vuelta –cuenta, y agrega que los baqueanos llevaban chupilca en la cantimplora: una mezcla de vino con harina tostada y azúcar, muy bueno para levantar la temperatura del cuerpo.
En la montaña no estábamos quietos. La preparación y los ejercicios seguían a diario. Hacíamos los cálculos para el lanzamiento de los morteros. También teníamos que tratar de suplir la falta de provisiones que no llegaban. Teníamos que llevar a pastorear las mulas, montarlas, entrenándolas para desplazarse en la montaña.
Habíamos cavado como para contar con unas cuevas donde se guardaban las municiones. Tengo una foto con una flor silvestre que pusimos en una de esas cuevas. Si había un rato libre, Bruera siempre tenía la guitarra presta para acompañar su repertorio gardeliano.
Casamiento postergado
-Yo tenía agendado mi casamiento para el 29 de diciembre y diez días antes me dijeron que suspendiera la ceremonia porque no sabían qué iba a pasar. Yo tenía que avisarle a mi futura esposa, que vivía en un pueblito de La Pampa que tenía la misma escasez de teléfonos que sufría Las Lajas. Desde una cabina, como no se escuchaba nada, fue la operadora quien le dijo a mi novia se suspendía el casamiento: "Suspende porque es militar y no le puede decir más, pero quédese tranquila", fueron sus palabras.
Muy cerca de Navidad les llegó la orden de operaciones. Se desplazaron los sesenta kilómetros que los separaban de la cordillera.
-El desplazamiento era difícil. Teníamos que ir a pie, de noche, llevando las mulas del cabestro. Llovía, había viento, se puso frío. Cuando llegamos a un monte pequeño paré la tropa para que durmiera y esperé a un soldado que se le había roto el soporte del mortero. Yo salí a buscarlo y muy rápidamente di con él -cuenta.
Los preparativos de invasión
Lo que hasta acá parece una descripción dura pero bucólica debe cotejarse con los propósitos de la Junta Militar, que había hecho contactos tanto con Perú como con Bolivia (donde también había dictaduras militares) para instarlos a tomar parte en el ataque a Chile. De los planes no quedó documentación escrita pero sí fueron reconstruidos los pasos a seguir.
A principios de diciembre había partido una nutrida flota naval. El día D era el 22 de diciembre a las ocho de la noche, donde la infantería de marina ocuparía las cinco islas adjudicadas a Chile en el laudo. Unas horas después, en la Patagonia comenzaba a actuar el Ejército y de inmediato los aviones de la Aeronáutica atacarían la aviación chilena. El Cachorro Menéndez, con las tropas aerotransportadas del III Cuerpo de Ejército, invadiría cercanías de Santiago de Chile. También entrarían en combate unidades del II y el V Cuerpo. Para el 23 de diciembre, la supremacía argentina sería aplastante. El costo en vidas humanas iba a ser inmenso.
Guerra postergada
Las olas de 12 metros, los vientos huracanados y el frío de la noche del 21 de diciembre frustraron el desembarco de los infantes de marina. Tampoco los helicópteros podían despegar de las cubiertas de los barcos. Ni los buzos podían ir en gomones hacia sus objetivos. La tormenta evitó el primer paso de la guerra. A su vez, los militares chilenos, que tenían órdenes de responder la ocupación, no recibieron instrucciones para atacar a los buques argentinos que estaban en su mar territorial.
Pero, como siempre, las guerras se ganan o se pierden en los escritorios. Ambas dictaduras habían aceptado que el Vaticano intercediera en el conflicto. Y fue el ya veterano cardenal Antonio Samoré quién hablaba por teléfono con Pinochet y Videla para frenar el conflicto. Su llegada a Montevideo se produjo justo el día de Navidad de 1978 y allí ambas dictaduras aceptaron firmar un acta que evitaba la guerra. Siempre quedará para los admiradores de los escenarios contrafácticos pensar qué hubiera pasado si el clima del 21 de diciembre en el Beagle hubiera sido agradable.
Dos días de respiro
Los soldados y oficiales que estaban en operaciones no sabían nada más que las instrucciones que recibían. Bruera apenas supo que Samoré había llegado a esta lejana región del planeta.
-Antes de fin de año nos dieron dos días para ir en camiones hasta el regimiento sin desarmar las posiciones de la cordillera. Ahí podíamos bañarnos y cambiar la ropa. Yo usé esos dos días para subirme a mi Fiat 600 y recorrer los 900 kilómetros que me separaban del pueblito donde vivía mi novia. Ahí pude decirle personalmente lo que no había podido contarle por teléfono. Volví enseguida, fui al puesto en la cordillera. Año nuevo los pasé con la tropa.
Guardamos la posición hasta fin de enero y luego nos desmovilizaron y volvimos al regimiento.
-¿Y el casamiento? –preguntan los cronistas.
-Fue en Rosario, el 2 de febrero de 1979. Pero sin luna de miel. Me volví a ir en el Fiat 600 y dos días después lo cargué para llevar todo a Las Lajas. Mi esposa se venía a vivir allá –cuenta.
Cara a cara con un militar chileno
Treinta años después Argentina y Chile conmemoraron la paz. El acto se hizo en Santa Cruz, en el paso Monte Aymond, donde fueron las dos presidentas de entonces, Cristina Kirchner y Michele Bachelet. Bruera fue con la comitiva oficial, ya no como teniente de morteros sino como secretario general del Ejército.
-Del Ejército chileno fueron varios jefes. Nosotros llevamos una sección de soldados de Río Gallegos para que luego de la ceremonia oficial pasáramos del lado chileno y hacer un desfile conjunto. Como sorpresa hubo una invitación a comer en un restorán de Puerto Natale. Ahí celebramos no haber entrado en combate. Yo canté algún tango y de repente estaba hablando con el general Hernán Mardones de Chile, a quien no conocía. Pero nos contamos en qué lugar estaba cada uno. Yo, en Pino Hachado y él cerca de Temuco, dos localidades que están a la misma latitud, enfrentadas. Entonces los dos dijimos "si se armaba la guerra nos matábamos".
Cuarenta años después
A mediados de 2018, tras casi cuatro décadas de aquel momento infame para los pueblos de Chile y Argentina, el regimiento de Las Lajas se juntó en Villa María, Córdoba, para compartir anécdotas, asado y vino. Por supuesto, Bruera sacó la guitarra y cantó Palermo, me tenés seco y enfermo…
-Bruera, ¿y de la dictadura de entonces? –preguntan los cronistas.
-Yo tenía el concepto claro de que la dictadura era un flagelo.
A principios de junio de 2010, Bruera fue desplazado de su cargo y enviado a Perú. Una nota de Mariano Obarrio, cronista en Casa Rosada por La Nación, señalaba: "Bruera es peronista y siempre jugó muy bien para inculcar los derechos humanos en el Ejército".

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